Hace algunos días atrás, se ha estado comentando la controversia legal que ha generado la Ordenanza Municipal de Turismo de Torres del Paine. Más allá de referirme a los resultados de la impugnación ante la Contraloría General de la República; deseo analizar la génesis de esta situación.
Por ello es importante plantearnos la siguiente pregunta: ¿Es necesario contar con una herramienta normativa específica para ordenar una actividad comercial en una comuna, ya que no basta con las medidas administrativas y/o legales generales existente?
Esta pregunta clave debe ser respondida por la ciudadanía, por los actores que intervienen en la actividad económica; el turismo en este caso.
Claramente el desarrollo turístico de la comuna de Torres del Payne es muy superior a la media nacional, por lo que existen desafíos y problemáticas diferentes, específicas y únicas; que no son abordadas o consideradas en las regulaciones nacionales. Por ende, son necesarias este tipo de herramientas que se hacen cargo de las realidades comunales.
Pero he aquí la diferencia a lo implementado: debe ser una iniciativa que nace de la ciudadanía y que es acogida por el Municipio para mejorar, facilitar y potenciar el desarrollo turístico en la comuna. Son los actores del turismo, los que cuentan con toda la experiencia y conocimiento para proponer ideas y establecer las brechas legales existentes que evitan un mayor desarrollo de la actividad.
Recordemos que la Ordenanza Municipal tiene aproximadamente 2 años desde el inicio de su implementación y que fue diseñada por la administración comunal anterior. Y fue en su diseño, que se cometió un error importante que deriva en las controversias de hoy: no existió un trabajo conjunto suficiente con los actores locales involucrados, la ciudadanía no estaba empoderada de los beneficios de un “ordenamiento” de la actividad, ya que no participó en su diseño; no le fue consultado por las eventuales mejoras.
De esta forma nace una Ordenanza Municipal que contiene algunos aciertos, pero que parece ordenar actividades que parecen estar ya suficientemente ordenadas por otros estamentos del estado; y no pone el acento en ordenar lo que aún no está; o parece no estar normado.
La administración del Alcalde Roberto Cárdenas, que ha heredado esta situación, ha evidenciado un cambio de estrategia: realizar una serie de consultas ciudadanas que permitan que la Ordenanza Municipal tenga un mayor porcentaje de coautoría con la comunidad. No sólo modificando artículos específicos del documento, sino que eventualmente también, recibiendo propuestas para mejorar la normativa del turismo.
Es de esperar que, como resultado de este proceso, la Ordenanza sea percibida como co-creada por los actores del turismo, generando por lo tanto, una ciudadanía más empoderada por la misma.
Esperamos también, que las próximas Ordenanzas Municipales que están en carpeta, sigan este mismo proceso consultivo.
Víctor Fernández Salinas
Gerente de la Asociación Gremial de Hoteles y Servicios Turísticos de Torres del Paine (HYST)